31 de mayo de 2012

GRACIAS, FÉLIX.



facts:brands

          Félix Muñoz, 25 de mayo: "La conclusión de todo lo visto es clarísima: No son épocas de cambio, son cambios de época. Hoy la opinión del consumidor es clave (y contagiosa); los anunciantes tradicionales no están poniendo el dinero donde el consumidor ahora está poniendo su tiempo; las empresas más grandes hoy tienen un problema de adaptación al nuevo escenario al que el consumidor ya se ha acostumbrado. Sin un cambio urgente del modelo mental de los responsables de estas empresas que les anime a una profunda transformación de la manera de trabajar de sus equipos, no podrán evitar que en unos años hayan quedado aparcadas de sus posiciones hoy privilegiadas. En cambio, hoy es un momento de enormes oportunidades para que aquellas personas con la mente fresca, abiertas a las nuevas tecnologías, con capacidad de innovar continuamente, con creatividad, pasión, valores, buena actitud y buenas ideas, tengan éxito en sus negocios por muy pequeños que sean."


          Probablemente Félix Muñoz sea hoy la persona que más está ayudando a mejorar la comunicación de marca en este país.


          Tal vez por eso, cuando leímos el texto de arriba, en facts:brands quisimos imaginar que no era solo una clarísima conclusión del encuentro sobre la revolución digital que Félix acababa de presidir esa misma semana en Sevilla (presidió el encuentro, no la revolución), sino una reflexión sobre la situación de nuestra comunicación en general. Porque encaja de principio a fin.


          El cambio de época al que se refiere Félix no es algo que puedan o vayan a decidir las empresas; si fuera así ya lo habrían abortado mucho tiempo atrás. Es un cambio de contexto y es un contexto al que las empresas tienen que hacerse. Pero creemos que es importante entender que tampoco es un cambio únicamente relacionado con la tecnología, por más que ésta esté potenciando ese cambio igual que lo hicieran en su día y a su escala la imprenta o aprender a hablar.


          Porque la gente ya estaba harta antes de estar tan conectada. Y el cambio de la gente ya estaba en marcha antes de que las empresas empezaran a sentir esa sensación tan nueva y terriblemente incómoda llamada soledad.


          El presidente de una gran empresa se encuentra en su despacho, abatido porque tiene la sensación de que la gente de la calle no le escucha. Entonces, en un ataque de desesperación, decide suicidarse: abre las pesadas cortinas, quita de en medio una enorme librería de caoba, arrastra a un lado la caja fuerte, levanta la persiana, desatornilla los barrotes de seguridad, abre las ventanas blindadas y, finalmente, salta al vacío.


          En efecto es urgente el cambio mental en las organizaciones. Descubrir que los consumidores no son rematadamente estúpidos durante todo el tiempo es algo más que  una mala noticia. Si ese cambio mental, cultural, empieza por asumir esta evidencia, todo irá bien. Pero si solo consiste en arrojar un puñado de apps en vez de cacahuetes a la misma jaula de los mismos monos, todo seguirá yendo un poco mal.


          No es una demanda de otra comunicación, o de que la comunicación se adapte a otra tecnología. Creemos que lo que la gente, los consumidores, los públicos, los empleados, están pidiendo a gritos a las empresas es otro modelo de relación.


          ¿Y en qué consiste esa nueva relación? Un ejemplo: a los consumidores no nos gusta que las empresas nos vengan con un producto que han pensado ellas, que han decidido cómo debe ser producido ellas, que tiene el nombre que le han puesto ellas, explicado con una forma de hablar que han inventado ellas, en unos medios de comunicación que han pagado ellas… intentando convencernos de que somos lo más importante de todo ese proceso. Si somos lo más importante, ¿por qué tardamos tanto en ser invitados a nuestra propia fiesta?