by SantiPina
Puede que sea la única cosa en la que tú y yo estemos de
acuerdo: lo poco que nos importa si el yeti existe. En el mejor de los casos,
es decir si existiera, sería bastante improbable que nuestros caminos llegaran
a cruzarse. Y llegado ese caso, que no llegará, no creo que el hombre de las
nieves sea más comestible que yo. Y me alivia aún más pensar que esa idea,
aunque un poco absurda, sería recíproca. Cuando uno se despeña escaleras abajo
por la pirámide de Maslow el valor nutricional de lo que importa cobra más
protagonismo. Así que personalmente me importa el yeti tanto como el caviar
auténtico, la macroeconomía o el plano del metro de Moscú.
Pero sí me importan
los vídeos, gracias a los cuales comemos en casa desde hace tiempo. Vale, tú
tendrás tus razones, pero ésta también es buena. O lo era hasta el 4 de enero.
El 4 de enero National Geographic inauguró su 2014 de la
mejor forma posible, rompiendo las pelotas de millones de aficionados a la
verdad científica con una serie de teasers para lo que podría ser un nuevo
descubrimiento, o el descubrimiento definitivo, sobre el hombre de las nieves.
Los teasers, esas piezas que anuncian la llegada de un
anuncio mayor dejando al espectador sumido en la expectación, fueron durante
años el formato más agradecido de la publicidad. Hoy, a medio camino entre
aquello y trailer cinematrográfico, lo son del océano de vídeos que inunda
Internet. El ejemplo más reciente es el de Volvo y Van Damme que avanzaba la
pieza de su acrobacia entre camiones, una de las más vistas en 2013, y que con
independencia del número de reproducciones era infinitamente mejor que el
resultado final. Al menos para mí.
A mí me encantan los teasers porque soy dado a dejar las
cosas a medias y creo que mi cerebro (y algunas personas muy cercanas) se han
ido amoldando a esa circunstancia. Pero pienso que a la mayoría de la gente,
motivos aparte, nos gusta esa especie de canapés de la comunicación. Estos de
NatGeo son tan maravillosos que cuando los vi deseé, con todas mis fuerzas, que
el desenlace no acabara siendo el prometido documental sobre el yeti (algo que,
lamento haber mentido en el título, no me tragaré ni gratis), sino una acción
que finalmente promocionara cualquier marca distinta a NatGeo, con lo que ahora
estaríamos hablando no de unos trailers maravillosos sino de la primera de las
mejores acciones en formato e-vídeo de 2014.
Habría estado muy bien. Sería polémico y grande. Tal vez
escandaloso, tal vez ayudaría a desmontar algunos prejuicios sobre la
reputación que afectan más, y hacen más daño, que la existencia o no del
dichoso yeti. Pero da igual: los teasers que ha publicado NatGeo son
fantásticos con independencia de lo que haya venido después.
No firmar. No escatimar. No avasallar. No ser cutre. No
considerarlo una pieza menor ni subestimar su repercusión. No faltarle el
respeto a la audiencia. No dejarse atrapar por el marketing de caspa y sus
estúpidas reglas. No oler a Floyd, por decirlo de otra forma. No oler a Freud,
o no demasiado... No hay muchas más condiciones para tener un buen teaser
circulando por la red, algo que la gente elija ver y pueda utilizar de alguna
forma a su favor, le importe el yeti o no. Por supuesto que hay también algunas cuestiones técnicas detrás de un vídeo
digno: el ritmo, los recursos, el guión, la narrativa de los estilos de rodaje,
el tono del locutor, la forma de difundirlo; pero sin lo otro no sirven para
nada. Esto es lo realmente importante.
Hay una pregunta en la que seguramente también estemos de
acuerdo: qué vamos a hacer a lo largo de este año. No sé si tú necesitas más
información sobre el yeti, pero yo ya he visto todo lo que tenía que ver para
saber la respuesta: más nos vale espabilar.